Después de la crónica de Pedro, poco más hay que añadir, aunque haré algunos comentarios para sumar mi particular punto de vista:
La ruta fue realmente dura, al menos a mi me lo pareció bastante, ya que, aunque no llegué a tener rampas, llegué al final rezando (y eso que soy ateo). Aunque el constipado aún coleaba, no me martirizó como el día de la Selenika, excepto por la tos que constantemente delataba mi posición; las sensaciones no fueron malas. La primera parte de la cursa fue bastante maja: sabíamos que sufriríamos des del primer momento porque se empezaba ascendiendo a 1.300 metros, así en frío. Il Pirata y Manumission se habían adelantado, y Pedro se quedó atrás, con lo que hice la subida solito, que siempre es más aburrido. Suerte que el paisaje acompañaba. En la bajada hacia Coll Formic casi me mato por culpa de una vaca y su becerrillo que se cruzaron en la pista justo en el momento oportuno...
Así llegué con el susto al primer avituallamiento, donde me alcanzó Pedro. Seguimos la ruta juntos: al subir yo me adelantaba y en las bajadas le perdía de vista, para volver a pasarle en las subidas...hasta que llegamos al pueblo de Montseny. Segundo avituallamiento después de una durísima bajada con gel de regalo: ¡Qué generosos!, pensamos; pues no: si no nos dan el gel morimos subiendo. La subida a Sant Marçal es de lo más duro que he hecho; rampas muy exigentes y largas, sin casi descansos, ciertamente había que hacer algunos tramos a pie. Eran 15 Kms de subida, como al Turó desde Mosqueroles, pero con porcentajes bastante más duros...interminable; pero el paisaje iba mejorando por momentos, y quieras que no, eso ayuda. Arriba en Sant marçal, pasamos el control y nos avituallamos de nuevo, para empezar una bajada por un corriol ancho muy pero que muy guapa, por un bosque que quitaba el hipo de bonito, plagado de riachuelos que cruzar. Era tan lindo que Pedro decidió comprarse una parcela, y yo, por pura envidia, decidí imitarle sólo diez segundos más tarde (ya sabéis: culo veo, culo deseo). Sin daños mayores, seguimos bajando, y de nuevo a subir, casi todo por corriols anchos que no llegaban a pista. Bajada hasta Viladrau (vaya casitas, señores; yo creo que los primeros ciclistas de la historia se cayeron aquí, y con los años sus parcelas se han convertido en mansiones); tras Viladrau, trialeras de bajada bastante guapas de dificultad creciente debido al cansancio, hasta llegar a un cuarto avituallamiento que parecía haberse esfumado. Última parada , a diez Kms del final, donde las ganas podían más que las piernas. El sube-baja seguía siendo espectacular, por corriols y pistas rotas (alguna buena también había), hasta que coronamos el último puerto; ya sólo nos quedaba bajar, y lo hicimos disfrutando como niños de las trialeras de rocas y de un camino se suelo de roca con saltos muy espectacular (si no recuerdo mal, lo hicimos de subida el día de los ausetans).
Al final llegada a Seva con lágrimas en los ojos y dolor de piernas; sólo faltó el remate final: íbamos a entrar en el polideportivo, y nos desvían hacia arriba, por un caminito de bosque en el que nos encontramos un escalón de bajada de medio metro y un rampote como guinda al pastel. Il Pirata y Manu nos estaban esperando (ya habían comido, los cabrones

) para comentar la ruta; la conclusión es clara: una de esas rutas que hacen merecer la pena el esfuerzo, y que pienso repetir este mismo año. Pienso que para ser una pedalada tan larga, no se puede escoger mejor los caminos, espectaculares. Me acordé de muchos Btteros mientras disfrutaba/sufría, sobretodo de los que hicimos la semana anterior la Selenika: a mi no me vuelven a ver en Navarcles, que me busquen en el Montseny; la 360 es mi ruta.
P.D. No conseguí ver a los ausetans, me hubiera gustado saludarlos.