Pedals de Foc Non Stop 2017
Publicado: Dom Jul 02, 2017 7:36 pm
Esta ha sido mi quinta participación consecutiva a esta prueba, que sobre el papel resulta un reto pero que puestos en harina el adjetivo se queda pequeño. El año pasado por problemas mecánicos en el freno delantero no pude terminarla y me quedó una mala sensación en el cuerpo, así que este decidí que la acabaría y sería la última.
Podéis buscar por el foro crónicas mías de otros de años anteriores para documentaros bien de lo que estamos hablando. Mi intención es solo relatar las sensaciones de este año.
En primer lugar, teniendo en cuenta que me conozco el recorrido al dedillo, algunos tramos este año se me han hecho interminables. La primera subida hasta el túnel de Viehla recorre el rio Nere por unas fuertes rampas hasta la carretera, antes de entrar en el túnel. Este año me pareció un tramo larguísimo, pese a hacerlo en mi mejor tiempo.
En el segundo avituallamiento me encontré a Amcrous, acompañado de Juanito, y en los siguientes kilómetros nos íbamos adelantando mutuamente. En la larga y dura subida al Triador (12 Km, 1.000 metros de desnivel de una tacada) me adelantaron al principio, luego los encontré tirados en un margen, vi cómo se recuperaron bien y nos volvimos a encontrar en la cima y luego en Espot, donde todo ya parece fácil pero aún no lo es, luego nos perdimos la pista.
Para los que no conozcan bien el recorrido, en Espot hay un corte horario, que pasamos sobradamente, antes de eso hay muchas cotas que sortear, muchas subidas duras, a partir de allí, con 150 Km en las piernas y 4.500 metros de desnivel realizado, quedan aún desnivel que ganar pero mucho más suave y muchos kilómetros aún por hacer, con el hándicap de llevar ya mucha tralla en las piernas. Si uno va bien sigue con su ritmo, si uno va mal, terminar puede suponer el doble del tiempo previsto.
Poco después de Espot empieza a llover un poco, luego la lluvia es incesante y de forma sutil el frio empieza a calar. Los charcos son ya parte del paisaje, el entorno es bucólico, pero el siguiente avituallamiento en Montgarri parece que no llega nunca. Yo iba guiando a una pareja navarra que se quedaron sin GPS y se desesperaron por legar.
En Montgarri, último avituallamiento, intenté ponerme unos guantes secos que llevaba en la mochila y fue tarea casi imposible ya que me temblaban las manos y como estaban mojadas no había manera de meter los dedos. Al cabo de 10 minutos dejé por imposible encajar el dedo pequeño de mi mano derecha y tiré para arriba, para hacer el último tramo de subida que quedaba.
Empecé el día sin objetivos, más allá de terminarla, desde el inicio tuve sensaciones extrañas en el cuerpo, me costó unas cuantas horas aclimatarme a las diferentes molestias, pero en todo momento tenía claro que las piernas respondían y me aferré a eso. Pasado el kilómetro 150, el dolor ya era algo asumible y mis piernas podían incluso un poco más que antes, así que me sentí cómodo y empecé a pensar que podía llegar antes del anochecer.
La subida desde Montgarri se me hizo complicada por el barro, pero la diversión estaba después, la bajada con 3 grados en el GPS en la cima, lluvia, niebla y las botas y guantes llenos de agua requerían de una dosis de épica, así que mordiendo los dientes realicé los últimos 21 kilómetros hasta Vielha tiritando, dando pedales a tope cuando podía, viendo como en cada pedalada salían chorros de agua de las botas.
Llegué a la meta sin ver demasiado, me saludó Joan Badet y casi ni lo reconozco, me fui a una carpa que tenían habilitada donde me dieron un vaso de caldo pero el cuerpo no dejaba de tiritar y me costó más de 20 minutos y tres tazas de caldo en volver a ser persona. Lo mejor fue como siempre la ducha de agua caliente posterior.
A pesar de todo llegué de día, por los pelos, con 16:40 h. clasificado el 99, que es lo de menos, pero con otra buena dosis de esta droga llamada ultramaratón, que a algunos nos gusta. Empecé diciendo que sería mi última participación y 24 horas después ya empiezo a dudar. ¿Alguno me acompaña el próximo año? Otro día dificil de olvidar, y tengo suerte pues con pequeñas aventuras con la bici como esta me iré a la tumba siendo el más feliz del cementerio.
Podéis buscar por el foro crónicas mías de otros de años anteriores para documentaros bien de lo que estamos hablando. Mi intención es solo relatar las sensaciones de este año.
En primer lugar, teniendo en cuenta que me conozco el recorrido al dedillo, algunos tramos este año se me han hecho interminables. La primera subida hasta el túnel de Viehla recorre el rio Nere por unas fuertes rampas hasta la carretera, antes de entrar en el túnel. Este año me pareció un tramo larguísimo, pese a hacerlo en mi mejor tiempo.
En el segundo avituallamiento me encontré a Amcrous, acompañado de Juanito, y en los siguientes kilómetros nos íbamos adelantando mutuamente. En la larga y dura subida al Triador (12 Km, 1.000 metros de desnivel de una tacada) me adelantaron al principio, luego los encontré tirados en un margen, vi cómo se recuperaron bien y nos volvimos a encontrar en la cima y luego en Espot, donde todo ya parece fácil pero aún no lo es, luego nos perdimos la pista.
Para los que no conozcan bien el recorrido, en Espot hay un corte horario, que pasamos sobradamente, antes de eso hay muchas cotas que sortear, muchas subidas duras, a partir de allí, con 150 Km en las piernas y 4.500 metros de desnivel realizado, quedan aún desnivel que ganar pero mucho más suave y muchos kilómetros aún por hacer, con el hándicap de llevar ya mucha tralla en las piernas. Si uno va bien sigue con su ritmo, si uno va mal, terminar puede suponer el doble del tiempo previsto.
Poco después de Espot empieza a llover un poco, luego la lluvia es incesante y de forma sutil el frio empieza a calar. Los charcos son ya parte del paisaje, el entorno es bucólico, pero el siguiente avituallamiento en Montgarri parece que no llega nunca. Yo iba guiando a una pareja navarra que se quedaron sin GPS y se desesperaron por legar.
En Montgarri, último avituallamiento, intenté ponerme unos guantes secos que llevaba en la mochila y fue tarea casi imposible ya que me temblaban las manos y como estaban mojadas no había manera de meter los dedos. Al cabo de 10 minutos dejé por imposible encajar el dedo pequeño de mi mano derecha y tiré para arriba, para hacer el último tramo de subida que quedaba.
Empecé el día sin objetivos, más allá de terminarla, desde el inicio tuve sensaciones extrañas en el cuerpo, me costó unas cuantas horas aclimatarme a las diferentes molestias, pero en todo momento tenía claro que las piernas respondían y me aferré a eso. Pasado el kilómetro 150, el dolor ya era algo asumible y mis piernas podían incluso un poco más que antes, así que me sentí cómodo y empecé a pensar que podía llegar antes del anochecer.
La subida desde Montgarri se me hizo complicada por el barro, pero la diversión estaba después, la bajada con 3 grados en el GPS en la cima, lluvia, niebla y las botas y guantes llenos de agua requerían de una dosis de épica, así que mordiendo los dientes realicé los últimos 21 kilómetros hasta Vielha tiritando, dando pedales a tope cuando podía, viendo como en cada pedalada salían chorros de agua de las botas.
Llegué a la meta sin ver demasiado, me saludó Joan Badet y casi ni lo reconozco, me fui a una carpa que tenían habilitada donde me dieron un vaso de caldo pero el cuerpo no dejaba de tiritar y me costó más de 20 minutos y tres tazas de caldo en volver a ser persona. Lo mejor fue como siempre la ducha de agua caliente posterior.
A pesar de todo llegué de día, por los pelos, con 16:40 h. clasificado el 99, que es lo de menos, pero con otra buena dosis de esta droga llamada ultramaratón, que a algunos nos gusta. Empecé diciendo que sería mi última participación y 24 horas después ya empiezo a dudar. ¿Alguno me acompaña el próximo año? Otro día dificil de olvidar, y tengo suerte pues con pequeñas aventuras con la bici como esta me iré a la tumba siendo el más feliz del cementerio.